Las acciones dependen de las intenciones

Según el Comandante de los Creyentes, Abū Ḥafṣ ʿUmar ibn al-Jaṭṭāb (que Allah esté complacido con él), quien dijo: Escuché al Mensajero de Allah ﷺ decir:

“Las acciones no valen sino por sus intenciones, y cada persona obtendrá lo que haya intencionado. Así que quien haya emigrado por Allah y Su Mensajero, su emigración será por Allah y Su Mensajero; y quien haya emigrado por obtener bienes mundanos o casarse con una mujer, su emigración será por aquello por lo que emigró.”

Este noble ḥadiz, con el que el Imán al-Nawawī inicia su colección de los Cuarenta Ḥadices, no es solo una frase para memorizar, sino un gran principio sobre el que giran todas las obras. Es la base de la intención, el criterio de aceptación, y la balanza que distingue entre la sinceridad y la ostentación.

Lo primero que debemos comprender es que el Profeta ﷺ dijo: “Las acciones no valen sino por sus intenciones”, es decir, toda acción que no se base en una intención recta es inválida ante Allah, aunque a los ojos de la gente parezca una gran adoración. ¡Cuántas obras que parecen enormes para las personas son nulas ante Allah! Y cuántos actos pequeños y ocultos son elevados en grado por una intención sincera y un corazón puro.

La intención no se pronuncia con la lengua, sino que es un secreto entre el siervo y su Señor, invisible para todos excepto Allah. Por eso, es el verdadero criterio de virtud, y la base real de la aceptación o el rechazo. Uno puede rezar, ayunar o dar caridad, pero Allah no mira las apariencias, Él observa los corazones. Mira si la acción fue por Su causa o para agradar a los demás. ¿Fue desde un corazón sincero, o un alma que desea reconocimiento mundano?

Luego el Profeta ﷺ explicó cómo la intención transforma la naturaleza de una acción. Por ejemplo, la emigración (ḥiŷrah) —que es uno de los actos más grandes y sacrificados— si se hace por Allah, entonces tiene recompensa; pero si se hace por ganancia mundana o matrimonio, se convierte en un simple viaje sin ningún valor ante Allah. Esto nos enseña cómo la intención puede elevar o arruinar un acto: puede transformar un hábito en adoración, o una adoración en hipocresía. Quien hace wudú con intención de purificación y obediencia, su wudú se vuelve adoración. Quien come con intención de obtener fuerza para adorar, su comida es una obra meritoria. Quien habla con intención de reconciliar a dos personas, Allah lo recompensa, incluso si su intento no tiene éxito.

Por eso los sabios dijeron: la intención es el alma de la acción. Y sin alma, el cuerpo está muerto; igualmente, sin intención, la acción está muerta. La sinceridad en la intención es una de las luchas más difíciles del alma, porque el alma ama el elogio, busca reconocimiento y desea impresionar a los demás. Pero el verdadero creyente combate su ego, oculta su intención, purifica su corazón y dice en secreto:
“¡Oh Allah! Haz que todas mis obras sean sinceras para Tu noble rostro, sin que nadie más tenga parte en ellas.”

Una persona que ayuna un solo día sinceramente por Allah puede superar a quien ayuna todo el año para ser visto. Alguien que da una sola moneda con sinceridad puede ser mejor que quien gasta miles para la fama. Este es el secreto que aterra a los creyentes sinceros, y los hace examinar sus intenciones en cada acción:

¿Lo hice por Allah? ¿O por mí mismo? ¿Busqué el rostro de Allah? ¿O un beneficio mundano?

Ibn al-Mubārak dijo: “Una acción pequeña puede ser engrandecida por la intención, y una acción grande puede ser minimizada por la intención.” Las acciones no se miden por su cantidad o dificultad, sino por lo que había en el corazón al hacerla. ¡Cuántos siervos han llorado en la oscuridad de la noche, sin que nadie los vea, y Allah les ha perdonado totalmente! Y cuántos han hablado de Allah en público, mientras que en su corazón había hipocresía, y no obtuvieron nada ante Allah. Olvidamos muchas veces purificar nuestras intenciones incluso en lo más cotidiano: en los estudios, el trabajo, el matrimonio, las amistades, e incluso en el descanso. Si tu intención al descansar es renovar fuerzas para obedecer a Allah, ese descanso se convierte en adoración; de lo contrario, es pérdida de tiempo.

Este ḥadiz está entre los ḥadices concisos (ŷawāmiʿ al-kalim), y es un principio esencial del Islam. Los sabios coincidieron en su autenticidad, y que se aplica a todos los campos del conocimiento religioso. El Imām al-Shāfiʿī dijo: “Este ḥadiz entra en más de setenta capítulos del fiqh.” El Imām Aḥmad dijo: “Los fundamentos del Islam están basados en tres ḥadices, y el primero de ellos es este.” Lo narraron al-Bujārī y Muslim, y es el primer ḥadiz en sus colecciones Ṣaḥīḥ, y también el primero que se enseña a los estudiantes de conocimiento.

Así que esforcémonos en hacer de la sinceridad la base de todas nuestras palabras y acciones, y busquemos purificar nuestros corazones e intenciones, porque Allah solo acepta lo que se hace exclusivamente por Él. Cada vez que comiences una obra, pregúntate:
¿Para quién hago esto? ¿Es verdaderamente por Allah?

Si encuentras hipocresía, recházala. Si encuentras a Allah, entonces vuélvete a Él con todo tu corazón y di:
“¡Oh Allah! Haz que mi intención sea pura por Ti, libre de ostentación y deseo de fama, sin que nadie más tenga parte en ella.”

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